

La mayor parte de las agresiones a niños tienen relación con las dificultades que tienen quienes deben cuidarlos, para hacer bien su rol. Entonces usan la fuerza, el castigo para lograr que los niños hagan lo que ellos esperan por ejemplo: que les hagan caso, controlen sus necesidades u otras funciones relacionadas con el cuidado diario que ellos requieren.
Lamentablemente estas agresiones tienden a variar en intensidad dependiendo siempre del estado de ánimo del que maltrata, así como de acuerdo a su capacidad de enfrentar sus frustraciones y las demás tenciones de la vida corriente.
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